Dejando atrás la ciudad - Familia De Oliveira (parte III)
paz
Miembro
Un nuevo golpe azotó a la familia que parecía que poco a poco se iba acomodando nuevamente...
La partida para siempre de la pequeña Sophie...
A partir de ese momento, Carolina y Federico dedicaron toda su energía en conseguir un mejor puesto laboral, para así poder dejar atrás la ciudad y construir la casa que tanto soñaron, en un lugar tranquilo...
Carolina llegó a ser vicepresidenta de la corporación donde dedicó años de trabajo. Federico logró convertirse en jefe de catering. Juntando durante muchos años, y con la herencia que dejaron los padres de ella, lograron mudarse a los suburbios, buscando cambiar el aire y mejor educación para Juliana y Bruno, ya adolescentes...
Parecían muy lejanos aquellos años de conflictos, tristeza y pobreza. La vida los recompensó con una familia hermosa, buen trabajo para los dos, y un hogar de ensueños, con todas las comodidades que buscaban. Una historia más de esfuerzo con final feliz...
Juliana siguió adelante con sus estudios de violín, sin embargo logró desarrollar otras habilidades más, como la cocina y la escritura.
Bruno se enfocó de lleno en la pintura, descuidando así un poco los estudios, no obstante ambos hermanos alcanzaron grandes calificaciones, un enorme sentido de la responsabilidad, empatía y modales...
Juliana consiguió un trabajo part time en una cafetería muy famosa. Trabajaría en la mañana temprano y luego iría a la escuela. Deseaba tener un ingreso para alivianar los gastos de los padres. Bruno la imitó y consiguió un empleo como vendedor de ropa, pero sería por las tardes...
Luego del vacío que dejó la partida de Sophie, llegó Carlota, una perra pitbull muy dulce, que conquistó el corazón de la familia muy rápidamente...
En la noche de su aniversario #20, Carolina y Federico decidieron volver al bar donde se conocieron, allí en el barrio donde están viviendo actualmente. Ya habían pasado 10 años de aquella separación que tanto los hizo reflexionar...
Con unos amigos de la adolescencia de Carolina, se juntaron en la barra a recordar buenos momentos, y echarse a reír sin responsabilidades...
En un momento, entre la gente, a Carolina le parece ver a alguien conocido, lo ve alejarse, pide permiso a Federico y lo sigue...
No podía creer lo que estaba viendo ¡era Hans!, espléndido y joven, tal como lo recordaba. Con una mirada se dijeron todo, y diez años se resumieron en un segundo. La vida parecía ser injusta, encontrarlos nuevamente en una situación tan especial para ella...
No hablaron mucho, pues no podían ser encontrados por Federico. Ella no explicó mucho el contexto de su estadía en el barrio ni en el bar; él no tenía mucho que explicar, seguía siendo un bohemio.
Fue fácil caer en sus redes. Sin saber cómo, Carolina se olvidó de todo por un instante; volvió a aquella noche cuando tenía 28 años y estaba en crisis con su matrimonio. Hans, como si conociera cada parte de su ser, la enloqueció, y por la adrenalina de lo prohibido, concluyeron lo que había quedado pendiente en el karaoke...
Se fue corriendo hacía la barra, como si nada hubiese ocurrido, a encontrarse con su marido, quien estaba un tanto ebrio ya y no reconocía mucho el contexto. Cuando de repente, comienza a reír y saluda a un hombre, si... a Hans. Amigo de la infancia de Federico, habían dejado de tener contacto cuando comenzaron la secundaria, y no tenían noticias uno del otro...
¡Qué momento! Sin embargo no había ninguna posibilidad de evadir la situación por miedo a las sospechas.
Le presentó a su esposa, sin saber todo lo que había ocurrido hace media hora. Le habló de su trabajo y de sus hijos. Carolina con una sonrisa despampanante, no emitió palabra, solo se mantuvo disimulando, cuando por dentro todo era pánico.
Hans, mucho más relajado, mantuvo una conversación fluida, pero enseguida logró irse del lugar sin que Federico, confundido por el alcohol, no se ofendiera ni hiciera ningún comentario fuera de lugar...
Ella le rogó que volvieran a casa, que no se sentía bien y que estaba con muchísimo cansancio. Él, arrogante, la increpó preguntándole que qué le pasaba, si estaba todo bien, que ¡no se iba a ir a ningún lado! Después de una breve negociación, sospechoso, accedió a volver a casa...
En el auto camino a casa, con la cabeza apoyada sobre el vidrio, mirando la calle de noche, solo las imágenes de aquella noche se cruzaban por la cabeza de Carolina... no había dudas de que Hans lo había desacomodado todo nuevamente...
La partida para siempre de la pequeña Sophie...
A partir de ese momento, Carolina y Federico dedicaron toda su energía en conseguir un mejor puesto laboral, para así poder dejar atrás la ciudad y construir la casa que tanto soñaron, en un lugar tranquilo...
Carolina llegó a ser vicepresidenta de la corporación donde dedicó años de trabajo. Federico logró convertirse en jefe de catering. Juntando durante muchos años, y con la herencia que dejaron los padres de ella, lograron mudarse a los suburbios, buscando cambiar el aire y mejor educación para Juliana y Bruno, ya adolescentes...
Parecían muy lejanos aquellos años de conflictos, tristeza y pobreza. La vida los recompensó con una familia hermosa, buen trabajo para los dos, y un hogar de ensueños, con todas las comodidades que buscaban. Una historia más de esfuerzo con final feliz...
Juliana siguió adelante con sus estudios de violín, sin embargo logró desarrollar otras habilidades más, como la cocina y la escritura.
Bruno se enfocó de lleno en la pintura, descuidando así un poco los estudios, no obstante ambos hermanos alcanzaron grandes calificaciones, un enorme sentido de la responsabilidad, empatía y modales...
Juliana consiguió un trabajo part time en una cafetería muy famosa. Trabajaría en la mañana temprano y luego iría a la escuela. Deseaba tener un ingreso para alivianar los gastos de los padres. Bruno la imitó y consiguió un empleo como vendedor de ropa, pero sería por las tardes...
Luego del vacío que dejó la partida de Sophie, llegó Carlota, una perra pitbull muy dulce, que conquistó el corazón de la familia muy rápidamente...
En la noche de su aniversario #20, Carolina y Federico decidieron volver al bar donde se conocieron, allí en el barrio donde están viviendo actualmente. Ya habían pasado 10 años de aquella separación que tanto los hizo reflexionar...
Con unos amigos de la adolescencia de Carolina, se juntaron en la barra a recordar buenos momentos, y echarse a reír sin responsabilidades...
En un momento, entre la gente, a Carolina le parece ver a alguien conocido, lo ve alejarse, pide permiso a Federico y lo sigue...
No podía creer lo que estaba viendo ¡era Hans!, espléndido y joven, tal como lo recordaba. Con una mirada se dijeron todo, y diez años se resumieron en un segundo. La vida parecía ser injusta, encontrarlos nuevamente en una situación tan especial para ella...
No hablaron mucho, pues no podían ser encontrados por Federico. Ella no explicó mucho el contexto de su estadía en el barrio ni en el bar; él no tenía mucho que explicar, seguía siendo un bohemio.
Fue fácil caer en sus redes. Sin saber cómo, Carolina se olvidó de todo por un instante; volvió a aquella noche cuando tenía 28 años y estaba en crisis con su matrimonio. Hans, como si conociera cada parte de su ser, la enloqueció, y por la adrenalina de lo prohibido, concluyeron lo que había quedado pendiente en el karaoke...
Se fue corriendo hacía la barra, como si nada hubiese ocurrido, a encontrarse con su marido, quien estaba un tanto ebrio ya y no reconocía mucho el contexto. Cuando de repente, comienza a reír y saluda a un hombre, si... a Hans. Amigo de la infancia de Federico, habían dejado de tener contacto cuando comenzaron la secundaria, y no tenían noticias uno del otro...
¡Qué momento! Sin embargo no había ninguna posibilidad de evadir la situación por miedo a las sospechas.
Le presentó a su esposa, sin saber todo lo que había ocurrido hace media hora. Le habló de su trabajo y de sus hijos. Carolina con una sonrisa despampanante, no emitió palabra, solo se mantuvo disimulando, cuando por dentro todo era pánico.
Hans, mucho más relajado, mantuvo una conversación fluida, pero enseguida logró irse del lugar sin que Federico, confundido por el alcohol, no se ofendiera ni hiciera ningún comentario fuera de lugar...
Ella le rogó que volvieran a casa, que no se sentía bien y que estaba con muchísimo cansancio. Él, arrogante, la increpó preguntándole que qué le pasaba, si estaba todo bien, que ¡no se iba a ir a ningún lado! Después de una breve negociación, sospechoso, accedió a volver a casa...
En el auto camino a casa, con la cabeza apoyada sobre el vidrio, mirando la calle de noche, solo las imágenes de aquella noche se cruzaban por la cabeza de Carolina... no había dudas de que Hans lo había desacomodado todo nuevamente...
1
Inicia Sesión o Regístrate para dejar un comentario.
Comentarios